Desde adentro

Y de repente, como usualmente pasa, quede atrapada en mis pensamientos. Reflexiones que nos llevan a repasar vivencias, momentos que nos confrontan cuando estamos encarando el resultado de nuestras decisiones.

Esos pequeños espacios que nos hacemos vulnerables en nuestra impotencia y nos destrozamos por dentro en medio de una sonrisa amarga. Esos instantes en los que tenemos la claridad para tropezarnos con lo evidente.

Si, es ahora cuando el aroma del café abraza el pensamiento en medio de una mirada que aparenta estar perdida. Una mirada que se pierde a los ojos del mundo pero que se encuentra auscultando y descubriéndose a sí misma.

Es en ese mirar hacia adentro en donde logramos transformar nuestra mirada al mundo y es en ese espacio de tiempo en el que aprendes a transformar tu entorno. Entonces resuenan frases que en algún lugar escuchaste y no logras recordar donde: “el cambio comienza conmigo” “para transformar el mundo debes transformarte a ti primero…” y entonces, todo hace sentido.

En realidad, el mundo cambia porque al yo cambiar un elemento en la ecuación será distinta y por consiguiente el resultado deberá ser distinto. Y, sin embargo, es tan fácil pensarlo… decirlo.

En una conversación externa que me saca de mi proceso interno me descubro en medio de la realidad. ¿Les ha pasado? Quizás… o quizás no. A mí, si me ha sucedido. Han sido en distintos tiempos, distintos entornos, gente que pueden llevar tu sangre o tus apellidos y llamarles familia. O personas, con los que compartiste y llamabas amigos, pareja, compañeros de trabajo o vecinos.  

En ocasiones, en una conversación externa descubres que tu entorno no te ve y la realidad que conocen de ti es una percepción distante de quien tu eres. Que saben ellos de ti, si tu estás en un proceso continuo de transformación.

Ellos creen conocerte porque compartieron un espacio de tiempo contigo que ya no es. Porque tu yo del ahora es otro. Ya no eres quien eras y probablemente, en el café de la tarde ya estarás en otro estado.

Y te das cuenta…. Que, en realidad, la mayoría de las personas no te conocen, y sin embargo, hablan de ti como si supieran. Como si hubiesen estado contigo 24/7 cuando ni siquiera te apoyaron en tus peores 2 horas. Muchos de ellos asumen que saben cómo estas cuando si quiera se tomaron el tiempo de invitarte un café para decirte: “Estoy contigo”.

Estar contigo no es estar de acuerdo… estar contigo es abrazarte en el silencio en medio de momentos en los cuales aún no sabes que hacer y solo quieres ventilar al mundo lo que sientes sin consejos. Si, a veces hablamos para escucharnos no para que nos den consejos.

A veces, queremos ventilar sin el que nos digan: “te lo dije”. Como si la vida no nos lo estuviera diciendo. Y entonces, te das cuenta que tienes mucho que decir y prefieres callar. Porque al final de cuenta, no te van a entender cuando solo quieren escucharse. Quizá, ellos también necesitan hablar y decides callar para que el otro logre ese momento de claridad o simplemente porque sabes que como otros tantos… no te ven.

Y si te ven, ten cuidado. Porque en ocasiones, quien te ve no esta preparado para la luz que cargas. Una luz que, en medio de la oscuridad, puede cegar al otro. Procura, que quien te vea cargue una luz similar a la tuya… Y mientras brilles, recuerda… poner aceite en tu lampara en un continuo mirar hacia adentro para que tu percepción continuamente cambie al mirar hacia afuera.

Estas mas cerca de lo que pensabas… ¿lo puedes sentir?

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