Hoy desperté con el deseo de mirar atrás… hablar con mi yo del pasado para decirle que estoy bien. Quería decirle que lo logramos, aunque con algunos tropiezos. Darle, mi mejor sonrisa a esa parte de mí que tuvo que vivir mis días grises en un mundo donde no hay intermedios. Aquellos días que anhelas que vuelvan porque olvidaste el proceso.
Y cuando se da el encuentro y finalmente le tienes de frente, te pregunta con una mirada tierna y una sonrisa cálida que abraza tu alma… ¿Cómo estás? Y entonces, tu, quien propiciaste el encuentro para decir lo bien que estabas, te das cuenta lo mucho que le extrañabas.
Y ves en su mirar, la necesidad de saber que estas bien, aunque te conoce. Y haces lo que piensas correcto, mientras dices el libreto que a diario repites. Estoy bien. Y, una sonrisa con un leve movimiento en su cabeza de negación, te hace saber que te conoce.
Así que comienzas a hablar de lo que has logrado y lo que estas haciendo. Los planes futuros y tantas cosas por lograr. Y, sin embargo, se percibe en tu voz la tristeza. Ese dolor de quien lleva en sus hombros una carga. La soledad y el silencio en medio de la multitud y el bullicio.
Entonces, luego de una extensa pausa solo se limita a decir… te encuentras ocupado. Y de repente, un quiebre. Me siento invadido y descubierto. Y en medio de la incomodidad que me hace defenderme de quien se ocupa de mi… hablo de todo menos de mí.
Porque encontrarme conmigo me obliga a sentir y es una parte que duele. Es darte cuenta que nos hicimos vulnerables cuando asumimos que todos son como nosotros. Pero, y como somos nosotros… ¿acaso habrá alguien sintiendo lo que estoy pasando?
Preguntas sin respuestas en medio de tantas sonrisas. Si, estas rodeado de sonrisas, mientras todos libran su propio encuentro. Y si somos sinceros, todos andan contando su itinerario y sus logros como si esto fuese lo mas importante.
Cuando de repente, llega la pregunta del quiebre, la estocada mortal ¿Eres feliz? Y acto seguido procede, para hacerme saber que es una pregunta retórica. Si eres feliz todo vale porque las apariencias son engañosas. Estar bien y ser feliz van de la mano porque podemos tener aflicciones y decidir ser felices.
Si, tú decides ser feliz a pesar de tu día, a pesar de la gente, a pesar de ti mismo y tus circunstancias. Y, sin embargo, si no eres feliz, entonces deberías saber que siempre puedes tomar la decisión que te lleve a cambiar. A veces, se logra en soledad, a veces se logra acompañado. A veces requiere ir a un psicólogo, a veces requiere de un buen amigo o un coach… lo que mejor te funcione, al cabo somos distintos.
Sin embargo, solo necesitas tomar una decisión… buscar ayuda y saber, que no estas solo aunque hoy no lo puedas ver.