A veces, quizá mas frecuente de lo que queremos aceptar, buscamos la solución a nuestros problemas de forma inmediata. Ya saben, ese momento, en el que miramos al cielo y pedimos intervención divina porque, aunque sabemos que en este mundo tendremos aflicción, también sabemos que existen los milagros. Y basados en lo que más nos conviene, según nuestro mirar, preferimos un valle de rosas que caminar por el desierto. Y, sin embargo, que bonitas las flores y que dolorosas son sus espinas…
Así pues, vamos por la vida conformándonos con la gratificación pequeña sin ver que en la espera pudiéramos alcanzar algo mejor. Y eso no quiere decir, que para algunos no funcione la inmediatez, porque cada cual decide lo que le hace feliz, sino que a veces, en la espera es que está nuestro milagro. Porque es en ese proceso en el que podemos ver el milagro de lo cotidiano.
Y el milagro de lo cotidiano, no es otra cosa que esos eventos que hemos normalizado y que, si observamos en detenimiento, podemos identificar que son momentos inspiradores en nuestro caminar. Porque para tener o desear un buen camino, solo necesitamos caminar en apertura este momento. Este preciso momento que te das la oportunidad de conectar con tu entorno todos tus sentidos.
No se trata de tener una vida perfecta sino de interpretar con una mirada distinta los eventos que te ocurren mientras vives. Es mantenerte conectado contigo y con tu entorno. Es buscar eso que te puedes llevar como una lección y encontrar ese mensaje que este momento, el ahora, te esta enseñando. Y quizá en este momento, pudieras pensar que desde el otro lado es fácil, pues no estoy en tus zapatos. Y, valido tu pensar con una pequeña aclaración… no es fácil.
Es bien difícil acompañar al otro en su proceso y permitir que encuentre su camino sin intervenir. Es causa de dolor, abrazarte en la distancia y decirte no te rindas porque estas a punto de llegar cuando desde el otro lado te percibo cansado. Es agotador, verte luchar por mantener algo cuando la clave está en dejar ir… Y es entonces, cuando decido decirte que mi lección es no intervenir porque no me toca en esta historia resolver sino escuchar.
Y, sin embargo, cuando voy caminando en mis zapatos descubro los milagros que la vida me presenta. Y de repente, queriendo lograr mis metas anuales decidí hacer ejercicios. Y al ejercitarme, conocí un grupo de personas maravillosas. Seres que somos distintos, pero con una meta común. Todos con historias de vida y realidades distintas, y, sin embargo, logramos unirnos al tener una meta en común. Cada cual, a su paso, motiva al otro a seguir y de repente en esa motivación, me encuentro entusiasmada corriendo a mi paso. Intentando mejorar mi propia meta de tiempo, porque quiero mejorar por mí y para mí.
Entonces, me levanto un sábado temprano y decido irme al parque a caminar/correr. Y cuando voy por la milla y media comienza a lloviznar. En otra circunstancia me hubiese quitado por la lluvia y, sin embargo, comienzo a escuchar la letra de la canción “El mismo cielo” de Marcela Gandara y decía: ”Porque estás conmigo, empiezo a descubrir, las cosas sencillas que antes no viví,… el beso tuyo en cada gota que me moja al andar…” Y de repente, la lluvia no importaba porque era un mensaje de no te quites. No es lo que ves es como lo interpretas. Estas en conexión con la creación, vive este momento y sigue corriendo. Luego, un pensamiento apareció: “y si comienza a llover mas fuerte y estas del otro lado, llegar al auto se te hará complicado” Y justo en ese momento, en la aplicación de correr, alguien me animó y celebró que estaba corriendo. Entonces, volví a enfocarme y continue corriendo. Cuando sólo me faltaba media milla para completar las 3 millas, un fruto de un árbol cayó y me dió en la mano. El golpe fue fuerte y el dolor intenso… debo admitir que pude haber dicho hasta aquí y comenzar a interpretar los mensajes de otra forma, sin embargo, cuando el objetivo es claro y la motivación correcta, no hay quien nos detenga.
No sé cuántas millas has recorrido en tu viaje o cómo vas interpretando las vivencias que experimentas, sin embargo, lo único que te puedo decir hoy es, no te quites. Comienza con un mirar distinto tu día, busca dentro de ti y conecta. Haz las paces contigo y con tu entorno. Comienza a descubrir esos milagros de lo cotidiano. Quizá estas mas cerca de la meta de lo que piensas o tal vez, te toca reenfocar y hacer ajustes en el camino para llegar. No es cuan rápido llegues, sino, como disfrutaste y aprendiste del camino. El trayecto no será fácil y sin embargo, enfócate en el objetivo para que veas que hoy estas mas cerca que cuando iniciaste el viaje.