Hace unos días se llevó a cabo un concierto para el cual muchas personas decidieron madrugar o hacer la espera que desespera. Desde tempranas horas de la mañana los noticiarios mostraban a los fanáticos quienes hacían unas largas filas para poder ser los primeros en entrar a la localidad. Estuvieron más de 12 ó 18 horas esperando el inicio del concierto.
Para algunos, este acto de la fanaticada era inverosímil y comenzaron a hacer comparaciones de como para ciertos temas se está dispuesto a hacer largas filas, sin embargo, para otros temas, falta animo o tesón. Sin embargo, aunque puedo entender el argumento, he llegado a un punto de entender que cuando se trata de los pies del otro, sólo estando en sus zapatos me atrevería argumentar. Porque a veces se tiran piedras teniendo techos de cristal.
Y es que todos en algún momento de nuestras vidas hemos estado dispuestos a hacer una larga fila. Algunas filas han sido largas pero rápidas y otras, interminables. Quisiera decir que con el pasar de los años he hecho menos filas, sin embargo, no ha sido así. La diferencia es que ahora me aseguro de hacer filas en donde pueda tener acceso cercano a baños y máquinas para acceder algún snack, en caso que no los lleve conmigo. Porque en mi cartera encontraran un kit completo de emergencia; meriendas, agua, servilletas, medicinas y por ahí seguimos y no terminamos. En fin, que en esta vida con razón o sin razón nos la pasamos en fila.
Haciendo memoria, en la escuela me la pase en una fila. Fila para entrar al salón, para la inspección, para el almuerzo, para la gira, para entrar al baño, en fin, para todo había una fila. Cuando no estaba en la fila de la escuela, era avanzar para que mis hermanos no entraran antes que yo a bañarse. Porque si no, también me tocaba hacer la espera. Claro, que en casa me sentaba en el sofá o comenzaba a marchar en el pasillo para ver si mi hermano se daba por enterado. No que eso hiciera diferencia, pero, pues…
Aunque, esas filas no son comparables con las filas que hice para poder entrar a un concierto de Menudo. Y es que todas las generaciones hemos tenido un artista por el cual hemos estado dispuestos hacer una fila que desde nuestro mirar actual no lo hubiésemos hecho. Y, sin embargo, que emoción tan grande el poder recordar esos momentos que hoy parecen tan distantes.
Bueno, distantes… ni tanto. Porque a veces es la necesidad. Y quien no hizo una fila gigantesca en Puerto Rico para poder entrar a un supermercado, comprar gasolina o retirar dinero de un cajero automático después del huracán María. Lo sé, estas filas eran necesarias, dirán algunos, no obstante, ¿han viajado recientemente o ido a algún parque de diversiones y no han hecho filas? Todo en la vida tiene un orden y un tiempo. Todas estas filas tuvieron una razón de ser y un objetivo que querías lograr.
Hoy, no sé en cual fila te encuentres. No sé qué objetivo quieres lograr o cuan distante estes de alcanzarlo y, sin embargo, te animo a que pienses la vez que hiciste la fila para ver a tu artista favorito y la sensación que tuviste cuando al fin lo pudiste ver.
No pienses en donde estas ni cuánto tiempo debe transcurrir para que puedas llegar. Piensa, en lo que debes continuar haciendo para lograrlo o lo que debes dejar atrás para alcanzarlo. Siempre hay un costo. La pregunta es: ¿estás dispuesto a seguir? Concéntrate en ti y anímate a seguir. Échale animo a la vida y dale con todo, porque en algún momento llegarás. Solo tienes que hacer la espera trabajando duro y esta vez sin desesperar.