Atrapados en el momento de vivir este instante, vamos perdiéndonos en los recuerdos de todo lo que hemos pasado. Juntos otra vez, intentando crear una normalidad que no existe. Es la nueva realidad de encontrarnos viviendo, mientras evitamos recordar, la soledad que se siente en tu ausencia.
Nadie menciona tu nombre y, sin embargo, tu espacio está vacío. Ese lugar que ocupas aun cuando no estas presente. Conversaciones que imaginamos y sonrisas de finales tristes. Recuerdos de carcajadas y una profunda nostalgia. El calor de tu presencia que se va desvaneciendo.
Temo olvidar todo lo que habíamos vivido e intento hacer recuento de los momentos compartidos. Cierro los ojos y le robo un instante al presente para respirar el aire que compartimos. Es inevitable hablar y no hacerte presente en las anécdotas, es imposible olvidar el dolor que se siente en tu ausencia.
Estamos aprendiendo a vivir y a respirar un nuevo aire. Aprendiendo a sonreír y a compartir, sin decir, que en ocasiones queremos dormir, para poder verte en un sueño. Esos amaneceres triunfales, cuando pude oler tu esencia y abrazar tu frágil cuerpo, mientras me arrollabas para consolar mi alma. Como fue que, siendo más débil, me confortas y me calmas. Como fue que no pude ver que te estabas despidiendo.
Ironías de la vida que quiere hacerme aprender una lección cuando no me interesaba el tema. Prefería mi caminar junto a ti, que aprender a ser más fuerte. Aprender a caminar con un pedacito menos de mí y tenerte junto a mí con cada respiro.
Caminamos funcionales y vivimos plenamente para poder llenarte de orgullo, aunque en el fondo pensamos. Pensamos en lo que no dijimos y las cosas que estamos viendo, aquello que no hubiese ocurrido, si estuvieses a nuestro lado. Como han cambiado las cosas, todo igual y tan distante, quisiera que fuera distinto, pero a todos nos ocurre; que tenemos unos días que nos atacan los recuerdos y es en esos momentos en los que pienso, que hay tanto que no decimos.
Desnudando las Neuronas 