El secador

Haciendo recuento de mis viajes, hay un artículo que siempre ha sido cuestionado y señalado como innecesario. Poco sabe mi esposo la versatilidad del mismo y las aventuras que juntos hemos experimentado. Historias que jamás imaginé cuando intenté colocar en mi equipaje de mano, mi secador (blower) profesional y claro está, su inseparable cepillo iónico. Porque seamos honestos, que es el uno sin el otro. Y es en ese momento, en que intentas cerrar la maleta en el que debes decidir que articulo debes dejar para poderte llevar a esta sinigual pareja.

Comencemos aclarando, que sí es cierto, en la mayoría de los hoteles o destinos encontraran un artefacto al que llamaran secador que ocupa un espacio en el baño. Ese primo hermano lejano de producción masiva que intenta competir con nuestro turbo 2200 de alta capacidad. El artefacto estará ubicado en una pared cercana al espejo del baño o escondido en una gaveta. Buscando alcanzar su propósito, mientras con celos escucha como suena el maquinón que llevamos en nuestro equipaje.

Pero, como dice el refrán: ”el que ríe ultimo ríe mejor”. Ahí es que entra en acción este primo y gran bufón de nuestro gran maquinón. Porque como riposta el que sabe: “perro que ladra no muerde” y así fue que nuestro secador se ahogó en la primera carcajada cuando luego de un largo día y extenuados, rebuscamos por toda la maleta un adaptador de enchufe. Triunfales vamos al cuarto, con nuestra sinigual pareja para pronto darnos cuenta que apagamos todo el piso. Con mi secador en mano y una sombra molesta que me miraba en la distancia pronto descubrimos que solo los traje a pasear.

Pelo mojado de evidencia y sin luz, llamamos a servicio al cliente para atender el apagón. Un nuevo fusible reparó la luz y no así mi look, que luego de dos horas de lucha no quedo como debía, porque no había forma de pulir el pelo con este primo lejano. Así pues, recurrí a pasear el secador y con pelo amarrado el resto del viaje… al menos las temperaturas y el ambiente se apiadaron de mí y no salí tan despeinada.

Así que como siempre aprendemos algo y al mal paso darle prisa, para el próximo viaje me llevaré otra vez a este par, sin embargo, esta vez, seré más precavida y me llevaré el ungüento para dejarme el pelo rizado… y así mi maquinón continuará acumulando millas a lugares insospechados. Siendo justa, no le quitaré méritos a su labor por su conducta durante vacaciones, solo por considerar las otras funciones que hace cuando lo utilizo de plancha…

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