Y hoy decidí, hacer conciencia en las miradas. Ya saben, hacer verdadero contacto, más allá del mirar y sonreír mientras inclinas la cabeza en un saludo lejano. Decidí sostener la mirada y abrazar tu guerrero en la distancia con un parpadear. Un encuentro de conocidos distantes… No compartimos memorias, y, sin embargo, coincidimos en algunas batallas.
Reconocemos nuestros rangos y observamos las miradas desde el corazón. Y es cuando esquivas la mirada, que se delata eso que llevas por dentro… los miedos, las inseguridades, aquello que ocultas detrás de una breve mirada. Miradas que intentan luchar con los ojos, lo que el corazón oculta. Nuestro guerrero está de pie, intentando colocar una barrera para que no se delate las heridas que causaron las palabras, las decepciones, algunos eventos que nos presentó la vida…
Y sin embargo, a veces la herida es tan grande que aunque la mirada es breve puedes ver al guerrero cabizbajo. Su mirada fija en tu corazón, revelando lo oculto y al mirar tu guerrero sólo se muestra el inicio de lo inevitable. Ese sentimiento que queremos esconder porque intentamos ser fuertes.
Es difícil reconocer si los sentimientos ocultos son con el otro o con uno mismo, pero están ahí. Ese sentimiento que las palabras logran ocultar, mientras tus ojos te delatan. Porque en tus ojos está la puerta a tu alma. Y de repente, encontraste que ya tu mirada no es la misma y que es posible que ni guerrero ni dolor.
¿Qué le paso a la chispa y los fuegos artificiales que lanzabas al ver el mundo? ¿Cuándo cambiaste tu mirada? Quizá no hubo un momento en particular y fue el cumulo de eventos los que fueron colocando poco a poco una barrera en tu mirar. Y, sin embargo, aunque la chispa está allí, no hay suficiente oxigeno para encender la llama.
Buscar aire y reconectar. Cambiar tu entorno mientras vas cambiando tu ser y tu mirada se transforma. Aprendes a respirar y a ver los hechos más allá de las personas. Porque las personas siempre serán y sus acciones responderán a sus motivaciones que son provocadas por su propio mirar. Tu naciste para ver y proyectar la luz de tu interior. Fuiste creado con propósito y sabiduría… y aunque hoy aparentes haber apagado tu brillo, simplemente, es un proceso de transformación.
A veces hay que estar roto para ser hecho nuevo… para que puedas rellenar las fisuras de oro y poder brillar como una obra maestra en el arte del kintsugi. Saldrás mas fuerte y más hermoso. Dejarás atrás esa mirada y tendrás la mirada. Porque de repente entenderás que nadie puede apagar ese fuego interior. Porque cuando la vida pasa, solo tienes que cerrar los ojos, respirar profundo y de repente, recibirás el oxigeno necesario para que al abrir tus ojos todos puedan ver el fuego y el brillo en tu mirada…esa mirada que todos recordarán.