A veces lo más simple es lo más significativo y son las acciones las que pueden darnos la paz en medio de la tormenta. Cuando pienso en los momentos mas dolorosos de mi vida, esos momentos en los que me he sentido quebrantada y solo quiero llorar… el consuelo ha llegado en forma de abrazos. Porque en ocasiones, las palabras sobran.
Y es que los abrazos son la forma mas sincera de mostrar amor. Hay quienes sienten su espacio invadido y, sin embargo, para mí, es la manera mas sincera de solidaridad. Es buscar físicamente colocarse en la posición del otro, sentir su corazón doliente y su pecho sobre saltado cuando ya no puede detener el llanto. Es poder dar palmaditas en la espalda que dicen estoy aquí y todo estará bien. Es permitir que el otro, coloque su cabeza en tu hombro para que puedas acariciar su alma, con tan solo estar allí.
Cuando damos un abrazo no hacen falta palabras y es que a veces, también los abrazos son de alegría. Es el choque de dos almas corriendo para celebrar momentos inesperados, triunfos y todo lo bueno que uno puede celebrar por el otro. Es poder vicariamente sentir que todo es posible y que le llegó el momento a una persona que es especial para nosotros.
El abrazo es la expresión mas sincera porque nos damos por completo sin pensar en nada. Porque a veces, un abrazo es la alegría de ver a alguien con quien hace tiempo no compartíamos o con quien la vida nos permite reconciliarnos. A veces, un abrazo es lo que necesitamos para poder respirar ante una noticia inesperada, sentir consuelo, superar el duelo o simplemente, sentir la compañía de otro ser. A veces, tambien son necesarios como parte de una despedida. El recuerdo de un último contacto, el símbolo de un adios.
Sé que con los temas de la pandemia, los abrazos andan escasos y hoy más que nunca se hacen necesarios. Y no sé porque hoy sentí la necesidad de enviarte a ti que lees un abrazo y decirte: “No estás solo, todo pasará. Lo vas a lograr. Todo tiene una razón de ser. ¡Suéltalo!”