A diferencia de los momentos en la infancia en la que se percibía que no me gustaba compartir, la realidad es que no tengo problemas en prestar mis cosas. Lo que las personas no entienden o mejor dicho mi mamá no recuerda, era cuando me devolvían mi muñeca favorita toda espeluzada y sucia… así que, en el proceso aprendí a ser más selectiva. Porque en ocasiones, sólo al que le costo sacrificio tener algo es el que sabe cuidar las cosas y el que lo tiene prestado, recuerde que debe devolver en igual o mejor condición.
Aunque eso parece ser algo obvio, les diré que no lo es tanto y he escuchado cada cuento de terror y a veces dentro de las mismas familias. Por lo que para evitar conflictos, a veces es mejor decir no. Bueno, de entrada les digo, que ese “NO” traerá una serie de miradas porque cuando se trata de establecer límites, hay quienes lo toman por ofensa. Pero, usted tranquilo… que solo usted sabe cuántas ojeras, cucharadas de antiácidos y ojos cerrados (refiérase a Cierro los ojos…) le costó lograr sus cositas. A eso le puede añadir uno que otro grito ocasional en la almohada, por aquello de amortiguar el ruido y evitar ser señalado como temperamental en el mejor de los casos.
En fin, es que a veces el que lo pide prestado no cuida las cosas como el dueño y es que sólo el dueño sabe el sacrificio que envuelve. Así que, si a usted le prestaron algo, siéntase privilegiado y devuelva la confianza, haciendo lo propio y más. Cuide las cosas como un tesoro y reciproque la confianza, pero sobre todas las cosas, no abuse de la confianza. Eso aplica a todas las cosas desde lo más simple a lo complejo. Desde los prestamos de cosas y también al dinero.
Aunque pienso que son reglas básicas de convivencia y que todos debemos saberlas, se sorprenderían de las historias y las personas que envuelven. Y, sin embargo, hay unos temas en los que esta regla no aplica y es cuando el frio ataca en medio de la madrugada. No me hago responsable de lo que con la sábana ocurre cuando el inconsciente hala y la pillas entre las rodillas mientras con el puño aprietas como si de eso dependiera tu vida.
Debo admitir que muchas veces mi esposo me ha sugerido el incluir sabanas adicionales y por mi lado sólo añado almohadas. En mi caso no son decoración, aunque no lo crean uso cada una de ellas. Conforme ha pasado el tiempo pienso que duermo sobre almohadas y es que cada una de ellas tiene una función especial: la de la cabeza-cuello, rodillas, la entrepiernas cuando duermo de lado, la que me pongo por encima para sentir un peso extra en los pies y la mas reciente una que le llaman “husband pillow”. Luego están las de mi esposo, para crear el balance visual pues el solo usa una y tiene que cuidarla con su vida, porque de vez en cuando me encuentro con mi cabeza en su almohada.
Pero, volviendo al tema de la sabana, quiero confesarles algo… De vez en cuando me he levantado y esta toda de mi lado y si eso ocurre y me percato, la halo hacia su lado. De forma, que pueda cubrirlo más allá de lo necesario. Y es así como compenso las horas que pudo estar congelado. En fin, que si le prestan algo, devuélvalo y si no sabe cuidarlo o no puede devolverlo, sea honesto consigo mismo y mejor, arrópese con lo que tenga y hasta donde la sabana pueda cubrirlo.