Debo admitir que escribir es complicado cuando el corazón duele. Los casos de femicidios recientes me han llenado de tristeza y dolor. Esta realidad me toca de cerca como mujer, como hermana, como tía, como profesional… pero sobre todo como ser humano. Porque al final, nadie merece ser mal tratado, nadie merece no sentirse cómodo y en su propia piel, nadie merece estar en desventaja por ser.
Y la pregunta es: ¿Qué estamos haciendo? ¿Es la crianza, es la escuela, es la música, el arte o las leyes? Mientras se debate en distintos foros y se invierte tiempo en las batallas pequeñas seguimos perdiendo vidas. Seres humanos que no merecían ser maltratados. Seres humanos cuya luz fue apagada sin razón y que el dolor no se limita al de sus familias, porque todos nos hemos agraviado y tenemos el pecho apretado con la angustia e indignación de conocer la agonía, la injusticia y la crueldad de lo que fueron las últimas horas del plano terrenal de estas mujeres.
Busquemos el consenso y lleguemos a un entendimiento común… “¡ni una más, ni una vida más!” Que nos unamos en una misma vibración y entendamos que las etiquetas nos están matando. Vamos a las estadísticas y veamos los casos, meditemos en nuestros discursos y veamos que promovemos, interpretemos las artes, la música y el cine y veamos cual es el mensaje, hagamos presencia en las escuelas, los trabajos y en los hogares y veamos que se fomenta. Conversemos como familia de estos casos y hagamos conciencia.
Hablamos de derechos en papel que en la practica quedan silenciados y torpedeamos las iniciativas de personas que al menos están intentando promover cambios. En este momento, se hace imperativo que nos unamos más allá de un slogan y alcemos nuestra voz. Que no seamos silenciados y veamos en los casos recientes una realidad que lleva demasiado tiempo… una realidad que en ocasiones, se justifica y se calla.
Hablemos, eduquemos y cambiemos… pero hagamos algo. Porque yo quiero un mundo en donde futuras generaciones puedan ser, desarrollarse y vivir de forma plena. En donde puedan fluir y expresarse en libertad, sin miedos. En donde su voz sea escuchada y respetada a donde quiera que vayan. En donde como seres humanos podamos sentirnos aceptados, valorados y nuestras decisiones sean escuchadas y respetadas.
Y mientras… hoy me uno al dolor de sus familias y confieso, que quiero justicia y quiero cambios. Seamos la voz de todas las victimas que fueron silenciadas por sus agresores, seamos la voz de todas las victimas que aun permanecen calladas por el miedo, seamos la voz de una nueva generación que se levanta y merece un mundo distinto.
Seamos la voz… mientras, meditemos lo que ha sido nuestro discurso en el pasado y busquemos vibrar en armonía hacia la paz y la unión. Esto se trata de unirnos en amor por aquellos que están clamando por ayuda porque el sistema y la sociedad le están fallando. ¡Alcemos nuestras voces, que nadie silencie nuestro sentir!