En un frasco encima del tocador está esa preciada sustancia. Ella es el complemento perfecto para acompañar mis días mientras dejo huella a donde quiera que voy. Debo admitir que tengo varios, muchos mas de los que necesito y, sin embargo, se me hacen imprescindibles.
Los perfumes son un artículo esencial para mí y la fragancia a elegir dependerá de mi ánimo y ocasión. Aunque las fragancias que predominan son las suaves con notas cítricas, frutales y orientales, no descarto otras, porque hay combinaciones que me son muy agradables, aunque sean un poco más profundas o cálidas.
La variedad en las fragancias es acompañada por la hermosura de su empaque y es que debo confesar, que en ocasiones, lo primero que capta mi atención es el empaque y luego, su olor. En sus versiones pequeñas, me han acompañado en viajes y en actividades. No necesito salir de casa para perfumarme porque es parte de mi rutina. Bañarme, vestirme y perfumarme… la diferencia será mi elección de olor. Es como un cierre a la rutina.
Y fue precisamente, en un viaje que descubrí que, si no me perfumo, me falta algo… Hicimos un viaje “overnight” a España. Ya sabes, esos viajes que estas supuesto a dormir en el avión porque cuando llegas al destino el itinerario te obliga a hacer “check-in” en el hotel, bañarte y salir a una excursión. Esos viajes que son matadores pero encantadores. Pues, uno de esos…
Estoy en el ajoro del tiempo e intentando completar la rutina. Temas complicados porque soy de las que si me ajoran me pongo más lenta y luego de no haber podido dormir, se podrán imaginar. Buscando en los mismos lugares para llegar al mismo resultado e intentando validar si mi esposo pudiera tener en su maleta mi perfume. Cosa que no era posible, pero en medio de la mini crisis por falta de perfume, acudimos a un “y si está en su maleta”. Ese tema era poco probable porque a diferencia mía, él hace sus maletas con tiempo. Por mi parte, el auto de transporte esta llegando a recogernos y yo estoy echando los últimos artículos, y, sin embargo, quería que mi perfume estuviese allí.
De todas formas, me toco salir sin perfume por todo Madrid. Debo confesar que, aunque estaba feliz porque estaba disfrutando el viaje sentía que me faltaba algo. No estaba cómoda conmigo y fue entonces, cuando ya no pude aguantar más y dije: “¡Necesito comprar un perfume!” La cara de mi esposo valía millones porque sólo teníamos unos minutos antes que iniciara el tour del Palacio Real y recién habíamos pasado por la Plaza Mayor.
De todas formas, continuo el día. Fuimos al Museo del Prado, comimos algo y procedimos al Parque del Retiro. Caminamos por el parque, nunca encontramos el lugar por donde habíamos entrado al parque, así que salimos y dimos una vuelta gigantesca. Cansados por todo lo que habíamos hecho ese día y la falta de sueño, sin ánimos para dar un paso más, nos sentamos en un banco a descansar unos minutos… Y fue entonces, cuando miré una tienda y dije: “¡Vamos a comprar mi perfume!” Que les puedo decir… aun el tema, estaba en mis prioridades.