Ella lo amó desde joven y él la aceptó con su pasado en una época llena de juicios. Se juraron amor e iniciaron una vida llena de retos que se complicaba por sus diferencias sociales.
Como una historia sacada de las novelas, él provenía de una familia acaudalada y ella poseía una belleza que combinada con su inteligencia derretía multitudes. Su cabello castaño ondulado hasta la cintura y una mirada penetrante junto a sus ojos grises le hacía lucir desafiante. Su carácter fuerte era resultado de una vida llena de escasez y su deseo de lograr por sus méritos todo cuanto se proponía.
Logro su amor, más no su fidelidad. Él estaba lleno de arrepentimientos. Le pedía disculpas y tiempo para resolver su situación. Sin embargo, esta vez, para ella fue suficiente ya que en esta ocasión su desliz trajo consecuencias evidentes.
Su orgullo estaba herido y se había cansado de luchar. En el pasado, había encarado lo que otros llamarían rivales. Ella sabía que nadie obliga a nadie y él no iba a cambiar. En el proceso, quien salía herida una y otra vez era ella. Aunque fuerte de apariencia su ego y su ser estaban heridos ante la imprudencia de quien decía amarla. Ese que un día decidió formar junto a ella una familia.
Para ella una familia era sagrada y aun en contra de los deseos de sus hijas, empacó unas cuantas cosas y se marchó. El le pidió tiempo y ella le entregó un reloj que marcaba la hora en que ella se marchó. “Arregla todo cuanto quieras arreglar, pero de ahora en adelante a mí no me tendrás”- Así le dijo mientras se giraba para marcharse.
Él le respondió: “si te vas, no tendrás nada”. Ella sonrió con tristeza y le respondió: “Me llevo lo único que necesito.”
Miró a sus hijas a los ojos y les dijo: “caminen”. Ellas miraron a su papá con ojos llorosos y, sin embargo, caminaron cabizbajas en fila.
Sus hijas estaban divididas y no entendían la decisión de su madre. Para las más pequeñas, él era un padre perfecto y sacrificado ante sus ojos. Era quien las cuidaba cuando enfermaban y hasta las complacía con viajes en auto hasta la ciudad. Su mamá era quien siempre las disciplinaba y para colmo las alejaba de su gran amor. Las más adultas, estaban llenas de rabia y dolor ante semejante traición.
Cada una tenía un pensamiento distinto y quizá jamás pudieron entender claramente la decisión de su madre. ¿Por qué tomar esta decisión ahora? ¿acaso esto no había ocurrido antes?
Su madre las miraba con un corazón roto y no sabía como explicar a sus hijas su decisión. Quizá, ella misma no sabía que su decisión no fue por ella y que este pequeño acto de valentía era una lección de vida.
Nadie cambiara su esencia y, sin embargo, si el quedarte te lastima siempre opta por el amor… ese amor que te hace fuerte y decidido. El amor que te ha traído hasta aquí. Tu amor propio. Amate con todo tu corazón y has lógica con tus sentimientos. No aceptes lo que te hiere en nombre del otro si no lo puedes manejar.
Ella empacó una maleta llena de sueños rotos y rehízo su vida junto a sus niñas. Logró sacar adelante a sus hijas con sacrificio y en la soledad, siempre miraba con nostalgia una foto que conservaba de él.
Con el pasar de los años, su nieta le pregunto porque conservaba la foto del abuelo y ella respondió: “fue parte de mi historia”. La foto logró un lugar en una mesa en la sala cuando ya todos eran adultos. Muchas veces fue sorprendida mirando la foto y no fue hasta que una vez se le escuchó hablando con él sobre una de sus hijas que todo hizo sentido…
Él fue su amor y según su perspectiva, jamás podría tener con otra persona los sueños que tuvo con él. La vida continuó su paso, pero ella no pudo dejar a un lado su sentir y aun cuando, él rehízo su vida, pienso que en su interior nunca la olvido.
Recuerdo que sus miradas se encontraron en una ocasión y ambos se miraron nerviosos, mientras se saludaban con respeto y distancia. Creo que él admiraba su entereza y aunque dolido, vivía orgulloso de esa mujer rebelde que siempre lo supo poner en su lugar.
Su historia no tuvo un final juntos, pero lograron hacer las paces con su pasado y las decisiones que habían tomado. En esta vida, no les tocaba estar juntos hasta el último respiro y, sin embargo, supieron respetar sus decisiones y estuvieron pendientes el uno del otro hasta que su tiempo en la tierra les permitió.