Hoy te invito a hacer conciencia de tus pensamientos y las palabras que declaras. Esos pensamientos que hacen que construyas un discurso interno y lances al universo declaraciones con una carga emocional oculta. Medita en las afirmaciones que darás al otro y usa ese poder para catapultar a ese ser.
Sé de bendición en la construcción de sueños al formular ideas que permitan que los otros crezcan y puedan alcanzar sus metas. Es cambiar nuestra forma de racionalizar la vida y sembrar semillas de esperanza. Es reconocer que no tenemos certeza de lo que puede ocurrir y, sin embargo, creamos en lo posible.
Si el riesgo de no lograrlo es la mitad porque no confiar en la mitad que dice que lo va a lograr. Es reciprocar la confianza de un sueño compartido con una palabra afirmativa. Es tener la capacidad de diferenciar lo que es un consejo solicitado a una opinión mal intencionada. Porque podemos creer que hay buena intención y, sin embargo, apagamos la luz en su mirada.
Permite, que el otro crezca en su experiencia y facilitemos el camino con sabiduría. No se trata de ser positivos, sino de amar al otro lo suficiente para poder discernir en nuestros pensamientos lo que son nuestros propios miedos y limitaciones. Profundiza en tu mente y haz conciencia de lo que son tus propias barreras, pero no te conviertas en piedra de tropiezo para el otro.
Entrega lo que te gustaría recibir si estuvieses del otro lado lleno de incertidumbres. Sé esa persona de quien al final podamos decir: “fueron tus palabras las que en medio de mis inquietudes me hicieron lanzarme y hoy gracias a lo que me dijiste, lo logré”.
No provoques el estancamiento del otro, sino que se como el rio, que, aunque su caudal es determinado desembocará en un mar de posibilidades. Y, si pensaste en el lago… meditemos en las profundidades de nuestro ser que son inmensas y juntos redescubramos que también hay que ser conscientes con las palabras que nos declaramos en esas conversaciones que tenemos con nosotros mismos. Sé amable y sé gentil, acaricia con tus palabras no solo al otro, sino también, a ti mismo.