En una conversación reveladora y divertida descubrí que el que dijo que los cuarenta son los nuevos veinte ya se había olvidado como era esa época. Porque, quiero decirles que nada tiene que ver una con la otra. Quizá me alineo más al dicho:” ojalá hubiese sabido yo a los veinte lo que conozco ahora a los cuarenta…”. Porque ahí si que te digo yo, que otra hubiese sido la historia.
Para los que estén en sus veinte por favor aprendan por cabeza ajena y disfruten esa época. Porque, no es que no disfrutarán de sus cuarenta, si, lo harán, pero arrastrando las consecuencias. Si alguien sabe lo que son las consecuencias de los errores, somos los que estamos en este rango de edad.
Comencemos con la alimentación y lo que un pequeño desliz puede hacernos. En primer lugar, la pizza a las diez de la noche cuando te dan los “munchies” o la comida antes de irte a dormir, ya no serán tan agradables. Primero, porque para bajar las libras te tardarás meses o años y segundo, porque necesitarás sobrevivir la noche sentado ya que no habrá forma que te puedas acostar. En el mejor de los casos encontrarás la pastilla de la gastritis y abrazarás el Gaviscon quien se ha convertido en tu mejor aliado acompañado por unas “TUMS”.
Entonces, buscarás una mejor alimentación no para bajar de peso sino para mantener el que tienes, porque si de bajar de peso se trata, las porciones serán racionadas y los ejercicios serán arduos. Aprenderás a contar calorías hasta que tengas que tomar decisiones importantes, vodka o whisky sobre el vino porque si llevas la keto serán los permitidos o si cuentas calorías, en fín. Y entonces llegamos al postre, he dejado de comer las calorías del pan para poder intercambiarlo por 3 oreos que casi tienen las mismas calorías… que les puedo decir, flotamos entre la dieta keto y contar calorías para poder atender ciertos gustos.
Seguimos en lo que son estos tiempos y vayamos a los trasnoches. A tus veinte, te invitaban a salir y todo comenzaba a las once de la noche. Podía salir el sol y tu llegabas, te bañabas, dormías un par de horas y te lanzabas a la próxima salida. Podías estar todo un fin de semana en las mismas y el cuerpo no pasaba factura. En contraste, ahora las salidas inician a las siete de la noche y cuando tarde a las nueve, y si se extienden hasta las dos de la madrugada, la recuperación del sueño perdido tomará un fin de semana. Ni hablar de las ojeras que no habrá forma de ocultar, aunque uses corrector.
Entonces, en la noche dirás: “mañana no hay que madrugar, así que me levantaré tarde”. Solo para descubrir que tus ojos abrirán a las seis de la mañana, aunque el despertador no suene. Entonces, sentirás los reumas que se despertaron mientras intentabas hacer “ground” o por alguna mala postura a la hora de dormir.
Y, sin embargo, no los quiero asustar, total en el peor de los casos ya lo han pasado, pero a pesar de todo… pienso que los cuarenta son la mejor época y me la estoy disfrutando con uno que otro ajuste. No pienso que son los nuevos veinte, pero entiendo que es cuando uno empieza a disfrutar verdaderamente la vida. Porque tenemos un poco más de experiencia y malicia, sabemos lo que queremos y lo que no vamos a tolerar. La honestidad florece y ya conoces las cosas que verdaderamente son importantes… y las que no lo son, simplemente las echas al olvido.
Lo mejor de los cuarenta es que sabes quien es quien. La gente que verdaderamente estará allí para ti cuando lo necesites y comprendes, que todo pasará y será mejor. Porque con el pasar del tiempo tus responsabilidades cambian y vas adquiriendo otro sentido de ser. Al final, todo tiene su tiempo y cada tiempo tiene sus momentos. Mientras, me disfrutaré esta etapa en lo que le doy la bienvenida a la próxima.