El mar

No sé si son los recuerdos de la niñez o simplemente, es un espacio mágico que fue creado para liberarnos, pero es en el mar el lugar a donde quiero ir cuando la vida se hace real. Majestuoso e inmenso, susurra suavemente mensajes que calman o alegran las almas. Sin importar la emoción que te llevo hasta el o la hora del día, te recibirá imponente y dejará que su huella de sal te abrace como bienvenida.

De día es juegos y alegrías. En la noche suspenso e intrigas. Y, sin embargo, haces que el sonido del viento y las olas se hagan cómplices para apaciguar emociones. El solo mirarte ha logrado transportarme a otros lugares. Pensamientos fueron organizados en medio de bullicios lejanos y sonrisas tenues en respuesta a miradas inquisitivas de transeúntes furtivos.

Has presenciado bodas, bautismos y despedidas… has visto el comienzo y también como termina. Innumerables historias y personas han dejado su huella en tu arena, más como un buen amigo guardaste el secreto con una ola al pasar. Quizá es el saber tu complicidad lo que nos lleva hasta allí. Es recordar lo bueno y lo malo, lo que retenemos y dejamos ir cuando meditamos junto a ti.

Traes memorias del pasado en la posa junto a los tíos mientras hacías castillos de arena y piscinas de agua que te negabas a dejar atrás al terminar el día. Juegos en familia y carreras tras una bola. La música variada y la tabla en el agua. El olor a carne preparada en la barbacoa y la mesa improvisada para comer juntos encima de la manta. Recuerdos de arena que llevabas contigo en cada parte de ti.

Hoy algunos de los convidados en la mesa ya no se hacen presente y sin embargo, están contigo cuando miras tu entorno en las familias distantes. Una sonrisa envuelta de nostalgia se asoma en tu cara, es el pasado que se hace presente para abrazarte. Miras al futuro desde el mar y un suspiro se escapa desde tu profundidad. Recargaste tu alma y tus pensamientos, los llenaste con su inmensidad y su paz.