Nadie me dijo

Lo he decidido y lo voy a lograr… sin referencias. Debo admitir que tenía mis recelos en cumplir cuarenta años. Pues es un hito en la edad en la que nadie da muchas referencias más allá de la pérdida de visión.

Todos me habían hecho historias de como al cumplir los cuarenta necesitaron espejuelos, pero nadie me preparó para lo que me esperaba. Mis referencias son las revistas y por lo que veo en las mismas el futuro es esperanzador. Porque acá entre nos,  JLO, Giselle Blondet y ni hablar de Carmen Jovet me dan esperanza para las próximas décadas. Dios bendiga su genética y claro está, su presupuesto.

De todas formas, algo estaba medio “chavao” cuando a los treinta y pico me pusieron espejuelos. Ya lo había dicho siempre mi mamá que siempre estuve adelantada a mi edad. Pero, la verdad es que en estas cosas no quería tener ventaja.

Por culpa de unos lentes de contacto en mi época universitaria, estaba condenada a los espejuelos, así que entre a la óptica decidida a conseguir unos espejuelos que me hicieran lucir “cute” aunque nunca me los ponga y ande ciega por la vida. Hasta que no sea extremadamente necesario y debo admitir que ese momento ha llegado…

De todas formas, llegué a los cuarenta con espejuelos así que la transición debía ser “smooth”. Mi abuela decía “La ignorancia es atrevida” y cuanta verdad había en esa frase. Porque llegué a los cuarenta y se me activaron las dolamas. ¡Santo Dios! Es que uno se levanta en cámara lenta para poder estirar la espalda o el brazo que se te adormece porque te dormiste encima en lo que lograbas la posición cómoda que nunca encontraste porque te levantas 10 veces para ir al baño… luego ves a los “toddlers” que hasta de pie se duermen y comienzas a comprender que el tiempo no pasa en vano.

De todas formas y con las idas al baño, decidí ir al médico porque tenía problemas para dormir. Y dirán, pero ¿qué tiene que ver el baño con el sueño…? Pues fíjense, nunca pude descifrar, si me levantaba porque tenía que ir al baño o iba al baño porque ya me había levantado. Y con esta inquietud tan seria y profunda, llegue al consultorio médico. Y aunque de entrada me miró con escepticismo y me hizo preguntas inquisitivas, me recomendó un estudio bien particular.

Vas al médico porque vas mucho al baño y el estudio consiste en mantener la vejiga llena tomando como 24 a 50 oz de agua mínimo, en un consultorio con aire acondicionado con un baño compartido y sin poder orinar…. De más está decirles, que fuí de las últimas en salir porque no acababan de llamarme y manejar esos brinquitos, escalofríos y movimientos raros que uno hace para evitar lo inevitable, fue complicado. Para colmo el estudio resulta en orinar en un inodoro frente al doctor… ¡HORROR! Debo confesar que el que dos personas estén observando como orinas no está chévere y ni siquiera les cuento lo que vino después…  

Porque lo que no te dicen de los 40 es que te harán los estudios más extraños del mundo para al final decirte que ni tu vejiga te hace caso. Un médico me recomendó higiene del sueño y la otra entrenar a la vejiga…  ¡Bendito, pero si eso fue lo que me trajo aquí!

Que conste que hay cosas buenísimas… Porque a los cuarenta pasa algo maravilloso y es que nos dejan de importar las cosas. Ya no le damos tanta importancia a cosas que antes parecían grandísimas y lo mejor de todo es que nos dan unos ataques de sinceridad que son épicos. Al principio pensaba que era solo yo… pero nada que ver, mis amigas estaban en las mismas. Comenzamos a decir todo lo que nos incomodaba de la primera y sin adornos… nos sentíamos tan relax. Liberadas….

En mi caso, comencé a optar por la comodidad y las cosas que me facilitaran la vida. Como es que en una sola tienda puedes hacer la compra, buscar medicamentos, la lampara que no necesitas pero se puso en tu camino, ropa y hasta los espejuelos…. OMG! No le haré la promoción a la tienda, pero sí… sé que no necesito 10 cajas de pasta de diente, aunque la lógica es que las usaré en algún momento y la idea es no volver por buen tiempo. Bueno, el regresar es a riesgo de salir arruinado, pero no importa, se trata de flexibilidad.

Cuando hablamos de los cuarenta ya no vemos la vida como antes… porque la verdad es que nuestras perspectivas cambian y comenzamos a compartir otro tipo de información. Quizá podremos hablar de forma liviana de lugares para compartir, pero cuando los temas se ponen serios compartiremos los contactos importantes…. Los médicos especialistas. El más cotizado será el que nos digan que atiende por cita y no por orden de llegada. Porque queremos maximizar nuestro tiempo o quizá es que en el fondo nos estamos preparando para poder janguear un rato en la cafetería del lugar con un cafecito en mano… y esa es otra historia que ya les habré de contar.  Que les digo, la verdad es… que nadie me dijo.

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