Escuchar es una destreza que vamos desarrollando con el tiempo. A veces la damos por dada y, sin embargo, requiere de nuestra total atención. No se trata de percibir sonidos o estar atentos a lo que nos dicen. Es poder abrir el alma y nuestra mente para recibir no solo lo que se dice sino también aquello que queda oculto y solo nos es revelado por el cuerpo.
Es eliminar los distractores que limitan nuestro entendimiento y echar a un lado los juicios que dan paso a conversaciones internas para ripostar al momento. Es ser sensible con el otro que intenta expresar desde su óptica lo que está sintiendo. Es darle paso a la empatía en un mundo de apertura y entendimiento.
Es aceptar que todos somos distintos y a la vez tan iguales. Buscamos ser aceptados, amados y respetados. Escuchar no se trata de ti sino del otro. Alguien que busca ser abrazado en su discurso con tan solo ser escuchado. Buscamos nuestro propósito y como hacer la diferencia, en ocasiones esto se encuentra justo a nuestro lado.
Es la conversación que comienza preguntando ¿cómo estás? Y la apertura de escuchar lo que realmente esto implica. No se trata de una pregunta basada en modales sino en humanidad. Porque a veces sabemos que un “Bien gracias” puede ser la verdad más genuina o la mayor de las mentiras. Sin embargo, por cuestiones de tiempo pasamos al otro tema que nos motivó la conversación. Inspirados en nuestra propia agenda no nos damos tiempos a ver la necesidad. Porque aunque tu seas el ser mas importante en tu vida también vivimos en sociedad.
Dale paso al tiempo y de vez en cuando date la oportunidad de escuchar con el alma y no con la razón. Ahí descubrirás el secreto que da paso a un transitar distinto aun en medio de esta dimensión.
Cuanto debemos continuar aprendiendo a desarrollar la destreza de escuchar desde el fondo del corazón
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Ciertamente, es con la práctica, la empatía y amor al otro. Mientras, te escucho… 😉
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