La llamada

Hoy recibí su llamada. Debo admitir, que tuve dudas al responder. Ese momento en el que el número es desconocido y sin embargo, tan cercano. Hace tiempo no escuchaba su voz y tuve dudas si se trataba de la misma persona.

Y como siempre ocurre cuando se presiente la duda, se identificó. “Soy yo, me recuerdas”.

Como olvidarla. Hay personas que, aunque no compartas con ellas frecuentemente, le tomas cariño. Son personas que te hacen participe de su vida y sus momentos. Esos que abren su corazón y te confían sus alegrías y sus luchas.

¡Cuánta alegría sentí al escucharla! Y a la vez, la tristeza de sus recientes vivencias ante quebrantos de salud, me conmovió. Sus quebrantos le hicieron más sabia y quizá el propósito de su llamada fue darme un mensaje.

Me dijo: “Cada día que vivo es un regalo de Dios. Vivimos ajorados y llenos de stress por las responsabilidades diarias… y en un parpadear, se nos va la vida. Me jubilé y a la semana después me encontraba batallando sin saberlo entre la vida y la muerte. Estuve inconsciente un mes.”

Hoy puedo ver que en medio del quebranto ganó la vida y con ese triunfo, una nueva perspectiva. Ya no es la misma. Sigue luchando para rehabilitar su cuerpo y así disfrutar de su familia.

Hay planes que no deben ser postergados y prioridades que no deben ser alteradas. Las cosas importantes de la vida las tenemos tan cerca y a veces las pasamos por alto. Es entonces, que debemos detenernos. Porque puede ser que sin aviso y sin razón, quien te haga la llamada sea la vida misma.

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