Hay días y horas que no volverán

Lo he decidido y lo voy a lograr… sin embargo, hay días y horas que nunca volverán a ser. Porque en ocasiones, el tiempo se detiene y el corazón brinca un latido. Todos hemos tenido un momento en la vida en el que la noticia que recibimos es demasiado fuerte para poderla aceptar. Y aunque nos digan que lo único constante en la vida es el cambio o que lo único seguro es la muerte, nada nos prepara para esa llamada…

Todo ocurría a las 10:45AM. Bloqueaba la computadora, me quitaba el abrigo, agarraba la cartera y salía de prisa en mi auto. En 10 minutos ya estaba frente a la puerta que solo se abría por 30 minutos. Eran caras conocidas y todas angustiadas. No había palabras, solo miradas y caricias breves. Un apretón de manos mostraría que estaba alerta y que estaba allí… luchando.

Su corazón de guerrera estaba dando la batalla, pero su cuerpo se iba apagando. Los días pasaban en ventanas de 30 minutos. Era una carrera para hacer presencia y demostrarle que no estaba sola. Luego, éramos escoltados y se oía el BAMM. Se cerraba la puerta y solo se escuchaba en la distancia el sonido de las maquinas bip, bip, bip…. Ese sonido que nos daba la calma pues era sinónimo de lucha.

Entonces, todo se repetía… pero esta vez, su cara mostraba las heridas del roce de las mascarillas. Inclinaba y giraba su cabeza mientras intentaba respirar profundo. Por primera vez sentí que mi guerrera se estaba marchando. Pero, era posible. Todo es posible.

Entonces, ese día recibí una llamada a las 10:00AM. Me decían que debía salir porque el cuadro se había complicado. La salida se me hizo imposible por temas del trabajo y cuando agarre la cartera eran las 10:40AM. En ese momento, sonó el teléfono. Ya era tarde…

Salí corriendo y llegué al hospital, me permitieron entrar al cuarto. Verla en una bolsa blanca fue un golpe duro. No era ella. Su rostro se veía vacío. Su alma ya no estaba allí. Entonces, la bese y la abrace. Levántate, te estoy besando. ¿Por qué no se levanta?  Le pregunte a alguien que estaba a mi lado. Le acabo de dar un beso. Por favor, no me dejes. A quien le voy a contar mis cosas. No te vayas sin despedirte de mí. Soy yo la nena de oro. No te vayas así…

Ese mismo día fue expuesta en la funeraria. Pero, no se parecía a ella. Parecía otra. Que difícil, es decir adiós cuando ni siquiera se parece. Como regresar el tiempo y aprovechar el tiempo juntas. Quise controlar el dolor, pero era imposible. Ese día comprendí, a las personas que perdían el control y gritaban ante la tumba de sus seres queridos.

El alma se desgarra y cuesta respirar. Los ojos te duelen de tanto llorar y aun asi no puedes parar… porque el dolor es tan profundo que estas en blanco. No sabes quién esta o no. Sabes que hay gente a tu alrededor, mas no te importa más que tu dolor, tu angustia…porque nadie puede entender lo que estas sintiendo, ni siquiera tu. Es que no hay cosa peor, que no poder decir adiós a quien amas y aún peor, cuando no podrás volverlo a ver.

Por 3 meses, días y noches lloré. La culpabilidad de no haber salido cuando me llamaron para decirme de su gravedad, me estaba consumiendo. No me pude despedir, no pude decirle cuanto la amaba. No pude sentir su abrazo.

Entonces, llegó el día de mi cumpleaños y no recibí su llamada. Cuanta falta me hizo escuchar su voz. Era la primera en llamar. Debo admitir que fue bien duro. Es un nudo en la garganta. Pero, era tan hermosa y tan buena, que me hizo el mejor regalo. Esa noche, en mis sueños la pude ver.

Estaba en un servicio de recordación, pero ella estaba durmiendo y de repente ella se sentó y me llamo a su lado. Me dió un fuerte abrazo y pude sentir su olor. Había rosas y lirios a su alrededor. Eran sus favoritas. Todo estaba tan hermoso, tan delicado y apacible.

Me dijo cuanto me amaba y yo pude decirle lo especial que era para mí.  Entonces dijo: Todo estará bien. Nunca me iría sin abrazarte y decirte cuan especial eres para mí. Hay que continuar.

Gracias abuela por amarme, por estar presente y por hacer un espacio solo para mí… Nunca más la he vuelto a ver, pero guardo hermosos recuerdos a su lado. Porque mi abuelita era un ser especial y desde que partió, las 11:00AM nunca volvió a ser igual.

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