Lo he decidido y lo voy a logar… mantendré la calma sin importar la situación. ¿Alguna vez te has escuchado decir? Que nada ni nadie te quite la paz o peor aún… en medio de la situación exasperante dices:” Dios mío dame paciencia” y de la nada sale la prueba diciéndote:” muchacha no pidas paciencia que eso se gana en la prueba”.
Y entonces estas tú, ahí, tratando de mantener la calma, te viras pensando que estas en control, sin embargo, todos se dieron cuenta que fue un giro de cabeza tipo el Exorcista y sonriendo como Wednesday Adams, dices: ”lo sé”. Tu sigues pensando, que estas controlada y Dios sabe el esfuerzo que te toma, pero es ahí que te dicen para rematar como boxeador derribado en el segundo 7, “ese carácter tuyo es el que te trae problemas”. Chispa, oxigeno, dinamita, pufffff. Explotaste como siquitraque…. Lo sé y te entiendo. Quiero que sepas que no estas solo/a.
Sabes que es lo mejor, que este tipo de comentario que detona la explosión siempre proviene de personas cercanas y en muchas ocasiones comparten tu apellido. Ahhh, y lo peor es que una vez, te sacan el mostro que tu intentas mantener dormido, llevarlo a invernar es complicado.
Usualmente, somos gente simpática, pero, es una lucha. Es casi un programa de rehabilitación y de auto control en el que estas siendo probado 24/7. Y debo admitir que usualmente gano la pelea y me mantengo firme contra ese enemigo mortal de la prueba y hay pruebas con nombre y apellido… pero, es simplemente, porque no pueden leerme la mente. Si me leen la mente, ahí sí que es verdad, que estoy noqueada.
A veces las pruebas se disfrazan de preguntas en momentos inoportunos. Esas preguntas que te hacen cuestionarte tantas cosas… Llevas 3 horas en la oficina del médico. Llegaste allí con una congestión terrible, ojos rojos llorosos, tos, un semblante terrible que se complementa con un abrigo 3 tamaños más grande que el que tu usas y si la cosa esta bien terrible… un moño mal hecho para recoger tu pelo sin peinar. Ahhh, pero que no esté muy apretado o la famosa diadema que tienes guardada para emergencias. Superaste los programas locales y las conversaciones de la sala porque estabas dormitando en la espera. De repente llaman tu nombre y medio aturdido, reaccionas y como zombie caminas. Te incomoda la luz y el sonido sin embargo tienes la esperanza de ser el próximo… pero es mentira. Adentro, ocupas uno de cuatro cubículos. Así que sabes que faltan tres personas antes que tú. Ahí la cosa es peor porque sabes que están atendiendo a alguien que se siente bien y no están conversando de achaques sino de temas sin relevancia. Pero, como estas en el cubículo solo, recuestas la cabeza y pierdes la conciencia hasta que de repente escuchas: ”Fulana, ¿cómo estás?. En medio, del susto solo atinas a decir “bien doctor” pero es obvio que es mentira. Y aquí viene la pregunta que te deja fuera de sí “¿qué te trae por aquí?” Imagino que debe ser difícil, entablar conversaciones pequeñas durante todo el día, pero mejor dígame, “ ¿cómo te sientes?… Así que a la pregunta de qué te trae por aquí… le respondo “pues, me sentía medio chava en casa y dije dónde puedo incrementar mis síntomas… y aquí estoy, janguiando con usted”. Claro este comentario es cerrado con una sonrisa… ya saben cuál, la sonrisa que yo pienso que es “nice” . Pero, es el comentario que nos lleva al punto y de ahí en adelante, todo es consulta y nos vamos.
En otro momento, voy a comer con mi familia, nos sientan, nos traen las bebidas y hacemos la orden. Pasan 45 minutos y la orden no sale. La mesera se acerca y pregunta :”quieren mas refrescos”. Mi respuesta: “No, gracias, queremos la comida. ¿Falta mucho?” La respuesta:” Ay disculpe es que había un ticket grande antes que el de ustedes. Verifico”. Peor que el mal servicio, es que te mientan cuando tú estás viendo, que personas que llegaron mucho después, ya están comiendo. Podríamos argumentar, que la preparación de sus platos era más sencilla… pues permítanme decirles, que casi copiaron nuestra orden.
Por cierto, sentido común. La gente que va a comer a un lugar es porque tiene hambre. Usualmente, sus tolerancias son limitadas. No los empujes mucho por el risco. Continuemos, una hora y media después, seguimos sin la comida y a este punto muerto, llega ella porque la estoy mirando directamente a los ojos y evitarme ya no era posible.
Mesera: Si, dígame.
Yo: Joven, ¿cuánto falta…?
Mesera: pues mire es que el plato suyo, pues es más complejo y pues aún…
Yo: No la deje terminar y le dije, “puedes sacar los otros dos platos antes para que no esperen por el mío.
Mesera: Bueno, lo que pasa.
Yo: Joven, si el problema es mi plato, adelante los otros…
Mesera: Ok
Quince minutos después mi esposo y mi mama estaban comiendo sus platos. En mi caso, yo estaba alimentándome de la ensalada y los pimientos del plato de mami, con parte de la carne del plato de mi esposo, un pedacito de mofongo y ahí viene la joven… 15 minutos después y aun sin mi plato de comida y pregunta: “todo bien con su comida”
Hice una respiración profunda y le dije: “los platos que salieron, están bien. Con respecto a mi plato que nunca salió, por favor, si es que ya está, empácalo para llevar y tráenos la cuenta.
Por cierto, es fuerte, cuando tu sabes cocinar y ves que a una pechuga rellena de amarillos, le tratan de proyectar una complejidad de 2 horas… pero, pues. La mesera no controla la cocina, sin embargo, el cliente apreciaría un poco de verdad. Su orden se perdió entre las ordenes y lamentablemente, fue mi culpa. No sé, cualquier cosa. Pero, no juegues con un ser hambriento que trata de ser nice en un mundo de pruebas.
Entonces, tu mamá dice: “es que mi orden salió mal, prueba esto, verdad que no es bifongo”. Respiro profundo y en mi mente digo “tu orden al menos salió”… pero como es mami, solo abro la boca y digo, “tienes razón”. Aquí no volvemos, inaceptable que te hayan dado un mofongo en vez de bifongo….